Inicio De Casa Un vergel escondido en cada trozo de cantera

Un vergel escondido en cada trozo de cantera

Por: Irma Cecilia Cruz Montalvo

Pensando en el huerto de piedra que es la fachada del Carmen me acordé de tiestos que bordean azoteas, dinteles y jambas, guirnaldas que orlan ventanas, flores en las pilastras, en las columnas y en los muros; un despliegue de formas vegetales que habitan la ciudad, en un tiempo llamada de los jardines, porque en sus barrios, frente a la mayoría de sus viejas iglesias hay un lugar para sentarse al amparo de los árboles y a despecho del clima seco y la escasez de agua su verdura exuberante da paz a la mirada cansada de tanto sol y el pensamiento se fuga al jardín del edén, esa tierra prometida a donde van a reposar de las fatigas de la vida las almas buenas.

Hay un vergel así, escondido en la cantera de la Catedral; lo descubrí por casualidad una tarde al estar leyendo la inscripción de la puerta lateral que, por cierto, no me sé el chisme: si se quemó y la repusieron, si el tiempo la destruyó y hubo benefactor que la mandó hacer y poner, tan concentrada estaba en mis cavilaciones que seguí recorriendo los detalles ávida de pistas que me aclararan el misterio cuando de repente, frente a mí, quedó la imagen de un hombre desnudo que anda brincoteando en la espesura con franco regocijo, otro personaje hace ademán de tocar una guitarra mientras un tercero baila entre el follaje, así es, un auténtico sitio de dicha, un lugar muy ameno y delicado como define el diccionario al paraíso.